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lunes, 15 de marzo de 2010

El capricho de los dioses - Capítulo 1


Capítulo 1: Déjame recordar, Chikane-Chan

Cuando Chikane vio a Himeko en el suelo corrió hacia ella sacando el teléfono móvil del bolsillo para llamar a una ambulancia y dar una sola explicación:

-Soy Himemiya Chikane y quiero una ambulancia ya.

Tras esa frase indicó su ubicación y volvió toda su atención a Himeko. Su respiración y su pulso eran débiles, pero al menos tenía, miraba al amor de su vida y se sentía impotente, sabía que no debía tocarla, podría provocar algún problema en su cuerpo  o agravar alguna lesión ya producida y por ello simplemente susurraba mientras le acariciaba la cara ensangrentada.

-Himeko… quédate conmigo… no me dejes de nuevo… Himeko… resiste…

Las lágrimas se deslizaron por su mejilla apretó el puño y le pegó un golpe al suelo con toda la ira que sentía. Aquellas personas que se acercaron a mirar y reconocieron a la heredera de la familia Himemiya no pudieron más que sorprenderse, esa chica jamás mostraba sus emociones en público… ¿Cómo era posible que por el atropello de una chica cualquiera se pusiese así?

Cuando llego la ambulancia Chikane subió rápidamente con ellos y dio instrucciones claras.

-Quiero que la atiendan los mejores médicos, no me valen los buenos, quiero los mejores, la mejor atención y que no se escatimen en gastos, quiero que este todo preparado cuando ella llegue al hospital y no quiero ningún problema.

Cuando el médico y la enfermera de la ambulancia vieron su cara supieron que no bromeaba, la mirada gélida que la chica desprendía les producía casi dolor físico. Si Himemiya Chikane quería eso… no había opción de discutir con ella.

OoOoO

-Dígame Doctor, que sucederá ahora – preguntaba Chikane a la salida del quirófano.

-Las heridas de la señorita Kurusugawa son graves, señorita Himemiya, pero prevemos una pronta recuperación. Aunque hay un problema… -anunció el doctor.

Chikane lucho con todas sus fuerzas contra el miedo, la ansiedad y la ira que la estaban comenzando a dominar, tenía que controlarse por Himeko, tenía que manejar esta situación…

-De que se trata – respondió Chikane bajo su máscara de tranquilidad.

-El golpe de la caída le ha provocado una contusión cerebral. Desgraciadamente con frecuencia, las víctimas no tienen memoria sobre los hechos que precedieron a la lesión o que ocurrieron inmediatamente después de recobrar el conocimiento. Los traumatismos craneales más graves producen períodos de amnesia más prolongados. Generalmente, la máxima pérdida de memoria de la persona se presenta inmediatamente después resultar lastimado. Algo de memoria se va recuperando a medida que el tiempo pasa; sin embargo, es posible que nunca ocurra la recuperación completa de la memoria acerca del evento.

-Me está queriendo decir… -dijo Chikane analizando la información que le acababan de dar -  ¿que Hime… la señorita Kurusugawa perderá la memoria? ¿Qué no me… que no reconocerá a nadie cuando despierte?

-Señorita Himemiya – dijo el médico notando el nerviosismo ya patente de Chikane - ¿sabe de alguien que se pueda hacer cargo de la señorita Kurusugawa en caso de que la pérdida de memoria se haga patente? A causa de no tener familiares vivos ni pareja reconocida no sabemos a quién acudir, su nombre de contacto en caso de accidente esta en desuso.

-En ese caso – dijo Chikane – tramiten su traslado a la mansión Himemiya, se quedará en mi casa y nosotras cuidaremos de ella.

-Como lo desee señorita – dijo el médico- ahora si me disculpa voy a seguir con mi trabajo.

-Por favor – respondió la chica – no deseo interrumpirle más.

Cuando el médico desapareció, Chikane se dirigió al baño en donde se encerró y comenzó a llorar amargamente. Acababan de encontrarse y ya las habían vuelto a separar, si Himeko no recordaba nada sería como empezar de cero…

Tras unos minutos se recompuso y miro su reflejo en el espejo, a sus 16 años estaba enamorada de una mujer de 32 la cual seguramente no recordaría ni como se llama, maldijo su suerte y decidió que costase lo que costase conseguiría que Kurusugawa la recordase y amase de nuevo.

OoOoO

A las 12 horas de su salida de quirófano, Himeko al fin abrió los ojos.

[¿Dónde estoy?] fue el primer pensamiento de la chica [¿Y quien es esa?]

Ese segundo pensamiento fue referido a Chikane, quien víctima del cansancio por haber velado su sueño, no pudo más y cayó rendida en el sofá de las visitas. Cuando Himeko clavó su vista en ella se despertó como sintiendo un escalofrió que le recorrió toda las espalda desde su parte más baja hasta la nuca.

-Oh dios mío… ¡estas despierta! – dijo la chica con una súbita explosión de alegría - ¿Cómo te encuentras?

-Me encuentro bien… todo lo bien que se puede estar aquí tendida por lo menos  -le dijo Himeko a la que consideraba una desconocida - ¿Podrías hacerme un favor…?

-Pide lo que quieras… -dijo Chikane con una sonrisa – te será concedido.

-¿Podrías indicarme quien eres? – Dijo la chica poniendo una mueca de disculpa - ¿Y que estoy haciendo aquí?

Cuando Himeko vio la cara de dolor que puso Chikane sintió un dolor en el pecho, no sabía porque, pero no le gustaba ver que esa bella desconocida sufría, intentaba ubicarla en alguno de sus recuerdos, pero se dio cuenta de que no tenía ninguno, de que no sabía nada, de que… no tenía ni idea de quién era ella misma. Recordaba sucesos, noticias, nombres, pero nada que le resultase cercano.

El monitor de latidos de Himeko comenzó a aumentar su ritmo a causa de su desconcierto y ansiedad.

[¿Quién soy? ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy?]

-Chssst tranquila, tranquila… - dijo Chikane abrazándola,  lo primero era calmarla luego explicarle todo – yo te explicare todo… ahora relájate y sabrás lo que ocurre, pero primero tienes que relajarte por favor.

La chica rubia asintió con lágrimas en los ojos, ¿por qué se sentía tan bien en los brazos de esa desconocida? Ella era solo una niña… no le echaba más de 18 años, pero daba la impresión de que la comprendía y conocía como nadie a raíz de cómo la miraba.

Cuando se hubo tranquilizado Chikane comenzó a relatarle lo que sabía, algunas partes porque las conocía de primera mano y otras porque mandó a Otoha-San averiguar todo lo que pudiese de ella.

-Tu nombre es Kurusugawa Himeko y tienes 34 años, vives en Tokio y trabajas como fotógrafa y artistas pintado cuadros, estas en el hospital, nos reencontramos después de mucho tiempo y no vimos al coche venir, me apartaste de la trayectoria del auto salvándome y por eso estas aquí – estas ultimas palabras vinieron acompañadas de unas lágrimas – lo siento tanto… si yo no hubiera estado ahí o si te hubiera llevado hacia la acera esto no habría pasado.

-No hay nada que perdonar – dijo Himeko con una sonrisa – si te aparte sería por algo, y por la cara que estas poniendo me parece que hubieras hecho lo mismo por mi… esto… ¿podrías indicarme tu nombre? – añadió poniendo otra vez la misma mueca de disculpa que a Chikane le parecía adorable.

-Yo soy Himemiya Chikane – respondió la chica.

-Himemiya… Himemiya… ¿de que me suena eso? ¡Ah sí! La familia Himemiya es una de las mas poderosas del país, pero bueno… no creo que la heredera de tal familia este conmigo aquí – decía Himeko más para si misma que otra cosa – no… imposible.

-Kurusugawa-San… -dijo Chikane reclamando su atención – soy esa Chikane Himemiya que no crees que pueda estar contigo aquí.

-Por dios… discúlpeme, esto… yo… -decía Himeko en una escena que le resulto muy familiar a Chikane – lo lamento, no sabía que era usted importante, no sabía…

Chikane le puso un dedo en los labios a Himeko y le dijo:

-Llame Chikane-Chan, como has hecho siempre, tienes muchas cosas que recordar aún y yo te ayudare a ello – le dijo la chica – por lo pronto cuando salgas de aquí serás trasladada a mi mansión y créeme, no te faltara ningún tipo de atención.

Las dos chicas se miraron a los ojos y en ese momento el monitor de latidos de Himeko volvió a desbocarse, de manera que la chica avergonzada y ruborizada desvió la mirada.

[¿Qué es esto? ¿Qué me está pasando?] pensaba la chica [Es una niña, debo de doblarle la edad…]

OoOoO

Himemiya Chikane era la única heredera de su familia, su nacimiento había sido una sorpresa 17 años atrás, cuando se creía ya imposible que hubiese un descendiente por la edad de sus progenitores.

Ahora la chica lo entendía todo, y sabía que ella no era un milagro, simplemente la voluntad caprichosa de un Dios, de manera que tenía la misma vida de antes, pero con las personas en más avanzada edad y compañeras y compañeros nuevos de instituto, eso significaba que… Jin-sama también estaba vivo y seguramente intentando conquistar a Himeko, esa idea la hizo estremecer de pies a cabeza.

La buena noticia era que a Himeko le daban el alta ese día y estaba firmando los papeles para llevarla a su casa. Obviamente no podía contarle todo lo vivido anteriormente, que la amaba como nunca había amado a nadie y que estaban predestinadas, porque lo más seguro sería que huyese aterrorizada pensando que se había vuelto loca, así que le quedaba ser paciente y esperar, otra vez…

OoOoO

-¿Estás segura de que me puedo quedar a vivir aquí sin ninguno problema? – dijo Himeko mirando con congoja la enorme mansión de Chikane – ¿No seré una molestia?

-Por supuesto que no – respondió Chikane al tiempo que pensaba [Ni que fuera la primera vez…]

Acomodaron a la huésped en un cuarto y automáticamente Chikane pidió que trasladaran sus cosas al contiguo, uno un poco más pequeño que el actual pero así podría estar cerca de su ser amado en todo momento.

Himeko miraba todo con curiosidad y Chikane pudo distinguir en esa mujer rasgos que eran característicos de ella en la adolescencia, esa mirada tímida, los andares despreocupados, la continua necesidad de disculparse y dar las gracias por todo y lo mejor, la inocencia de sus ojos. Como había sido capaz de vivir sin ella hasta ese momento no lo sabía, lo único que tenía claro es que no volvería a perderla, le daba igual la diferencia de edad, el tabú sobre ese tipo de relaciones y la imposibilidad de descendencia con consanguineidad de ambas partes, la amaba y nada se interpondría en su camino, ya le había plantado cara al mismo Dios es una ocasión y no le importaba lo más mínimo volver a hacerlo.

Una vez instalada, ambas recorrieron las propiedades de la familia y Chikane le explico a Himeko todo lo relacionado con ella misma al tiempo que se inventaba una historia de cómo se conocían, la cual se reducía a que la chica después de ver algunas fotografías y cuadros de la artista quiso conocerla y poco a poco se fue formando una amistad entre ellas.

Pasaron un día muy agradable y Chikane le explico que tras el fallecimiento de sus padres ella era propietaria de todas las posesiones de la familia, las empresas, las inmobiliarias… por lo que Himeko se quedó muy sorprendida de que una chica tan joven pudiese llevar a cabo tales responsabilidades.

-Mañana iremos a tu casa Himeko, a ver si algo te resulta familiar y a recoger aquellas cosas que quieras traerte aquí – le dijo Chikane con una sonrisa – solo tienes que pedir cualquier cosa y dala por hecho, quiero que tu estancia aquí sea cómoda y perfecta. Aparte de eso por el trabajo no te preocupes, me ocupe de llamar personalmente a tu empresa y explicar los hechos sucedidos, me dijeron que podías tomarte todo el tiempo que quisieses, que son unas vacaciones pagadas.

-¿Cuánto es todo el tiempo que quiera? – pregunto la chica con curiosidad - ¿un mes?

-Como si quieres 1 año, mi padre era accionista en esa empresa y ahora que ha muerto las acciones son mías ¿hay algún puesto que te interese dentro o alguien que te caiga mal? Podemos hacer un recorte de plantilla si quieres – dijo Chikane sonriendo.

Himeko se puso a reír y le dio las gracias a la chica por todo.

-Bueno… -dijo Chikane -es hora de asearse para ir a dormir te enseñare donde está el baño.

Cuando Himeko vio las dimensiones de la estructura se sintió muy pequeñita y sorprendida.

-Las toallas las tienes allí – le explicaba Chikane sin darse cuenta – allí está la ducha y si necesitas algo hazme llamar.

Cuando iba a salir de la estancia sintió como Himeko la agarraba de la ropa.

-¿estás bien? ¿Necesitas algo?

-Me da algo de aprensión quedarme en este sitio tan grande sola – dijo Himeko avergonzada – no sé si nuestra confianza llega tan lejos, pero… ¿podrías bañarte conmigo?

Chikane la miró con ternura y asintió mientras decía:

-No te preocupes, ya lo hemos hecho antes, si te da vergüenza que te mire solo tienes que decírmelo y me pondré de espaldas a ti. No tengas vergüenza de decirme nada, te dije que tu estancia aquí sería cómoda y aunque aun no me creas te conozco a la perfección.

Himeko no puedo evitar sonreír mientras Chikane cerraba la puerta.

OoOoO

La escena que de desarrolla a continuación no tiene nada de rara para Miya-Sama, ella sentada en el borde de la enorme piscina y Himeko en el medio bajo el agua haciendo burbujas con la boca.

-¿Tan mayor y sigues haciendo eso? – Pregunto la chica morena con una carcajada – no me lo puedo creer…

-Chikane-Chan no te rías… -respondió la rubia avergonzada – a mí me gusta…

Chikane se levanto aun entre risas y fue hacía la ducha, en una ondulación de su largo pelo Himeko pudo atisbar la cicatriz en forma de luna que tenía en la espalda.

-Vaya Chikane-Chan, tienes una cicatriz con forma de luna en la espalda, yo tengo una…

-Con la forma de un sol en el pecho – respondió Chikane girando la cabeza hacía ella – lo sé…

-Pero ¿Cómo…? – Comenzó Himeko, pero en seguida se interrumpió así misma al darse cuenta de la respuesta – Ah claro… me conoces a la perfección aunque yo no me lo
Crea…

Chikane le sonrió de nuevo y Himeko se estremeció ante la profundidad de los ojos azules que la miraban.

OoOoO

Habían pasado ya cinco largos meses desde el accidente y Himeko había trasladado pertenencias suyas a la mansión, entre ellas el álbum de fotos, en el cual Chikane pudo ver aquellas imágenes en las cuales deberían salir las dos y que tenían solo a Himeko. Gracias a ese álbum, Himeko comenzó a recordar muchas cosas, entre ellas para fastidio de Chikane a Souma.

-¿Quedaste hoy con Jin-sama? – preguntó Chikane simulando su mal humor.

-Sí… vamos al cine- respondió Himeko- ¿quieres venir?

-No gracias… prefiero quedarme en casa- respondió la aludida – tengo cosas que hacer.

-Chikane-Chan ¿seguro que no tienes nada en contra de Oogami-kun? Es que te cambia la cara cuando hablas de él.

-No te preocupes Himeko – dijo Chikane con una sonrisa – todo está bien. Diviértete, te estaré esperando.

Himeko sonrió y salió por la puerta dejan a Chikane preguntándose cuando tiempo más tendría que aguantar eso. Resultó que Oogami Souma era cirujano en el hospital al cual llevaron a Himeko y cuando vio su nombre en unos papeles, apareció en la mansión Himemiya pidiendo poder verla. La cara de Chikane cuando lo vio era la misma que si le hubieran dado una bofetada, algo que no le paso desapercibido al hombre y que se preguntaba que podía haberle hecho a esa desconocida para que lo odiase tanto.

OoOoO

A la media noche Himeko entraba por la puerta de la mansión Himemiya bajo un profundo silencio, pero algo llamó su atención, una melodía interpretada a piano la atraía como un caramelo atrae a un niño. Con paso lento y seguro abrió la puerta de la sala del piano y vio a Chikane tocando con un camisón y su media luna expuesta, ella se tocó el sol del pecho y dijo en un susurro:

-Tsuki no miko…

A pesar de no ser más que un susurro, Chikane pudo oírlo dejando de tocar abruptamente.

-¿Qué acabas de decir? – Pregunto la chica luchando contra la ansiedad – Himeko, repítelo…

-Sigue tocando Chikane-Chan, déjame recordar – respondió Himeko.

Chikane siguió tocando mientras Himeko hacía esfuerzos por recordar, poco a poco la mente se le fue aclarando. Vio el primer ataque del Orochi, a Souma intentando matarla, su arrepentimiento, el beso de cumpleaños dado por Chikane, la muerte de esta, toda su vida vacía y finalmente el reencuentro.

Himeko fue hacía Chikane y la abrazó por la espalda al tiempo que decía:

-Te quiero…

En el momento que sus cicatrices se tocaron, ambas empezaron a brillar trasladando a las dos chicas al santuario de la luna, Chikane abrazó a Himeko para protegerla y se dio cuenta de que algo había cambiado. Cuando la miró vio que volvía a tener el mismo cuerpo que a sus 17 años. Se miraron largamente y cuando estaban acercando sus rostros una voz profunda de mujer las interrumpió diciendo.

-Bienvenidas de nuevo.

La misma Ame no murakumo las estaba observando…

CONTINUARA






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