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lunes, 15 de marzo de 2010

El capricho de los dioses - Capítulo 2


Capítulo 2: Lo quiero todo, te quiero a tí.

-¿Es que no nos puede dejar en paz? – Gritó Chikane fuera de sí – ¡Te lo hemos dado todo!¡Incluso nuestras vidas! ¡Y tú nos has robado 16 años!

-Sacerdotisa lunar… cállate y déjame hablar –respondió Ame no murakumo – tu insolencia hacía mí parece no tener límites. Es lógico que me odies, pero primero escucha lo que tengo que decir.

-Chikane-Chan… - dijo Himeko aun asombrada de volver a tener 16 años – deja hablar… primero oigamos que tiene que decirnos.

-Tú siempre tan pacífica sacerdotisa del sol, la sacerdotisa lunar debería aprender de ti.

-Eso no quiere decir que el odio hacia ti no fluya por mi venas Ame no Murakumo, ten eso claro –respondió Himeko sin dar lugar a discusión.

-Os he traído aquí para hacer un trato con vosotras – le dijo la diosa – a pesar de tu traición sacerdotisa lunar, no tengo el poder suficiente para quitar la reencarnación eterna que os ha sido concedida, simplemente para otorgarla, pero ya me he cansado de veros sufrir. No puedo decir que os entiendo, a mi esos sentimientos me son tan ajenos como a vosotras el poder que yo ostento. Es por eso que no volveréis a tener que morir para sellar el Orochi.

-Cuál es el truco… -respondió Chikane suspicazmente – tiene que haber algo más, no se  puede cambiar una vida por nada.

-Eso queridas niñas lo sabréis a su debido tiempo… -dijo Ame no Murakumo- ahora os devolveré a hace 16 años, justo el día del ataque del Orochi, tú sacerdotisa lunar seguirás viva, no desaparecerás, pero vuestros progenitores estarán muertos igual que ahora. Recordareis todo, pero no habrá Orochi, al menos por ahora. Sin ninguna de vosotras en el templo no podrá ser retenido durante mucho tiempo. Una cosa si os advierto, nadie ha de ver vuestra relación.

-¿A qué te refieres? – preguntó Himeko aunque ya sabía la respuesta.

-Pueden murmurar, pueden pensar y pueden sospechar –dijo la diosa – pero por lo de ahora, ningún humano ha de presenciar los sentimientos que vosotras dos sacerdotisas os profesáis, si alguien lo descubre… las consecuencias para las dos serán más que terribles. Avisadas quedáis. Ahora marchad en paz.

-Ame no Murakumo… -murmuro Chikane – Gracias…

-No me las des aún, es posible que a ti menos que nadie te guste el cambie el cambio sacerdotisa lunar –respondió la Diosa – es mejor, pero no necesariamente bueno, tenéis que perder algo, pero os aseguro que no será ni vuestro amor ni vuestras vidas. Nos veremos en unos años.

OoOoO

Himeko! ¡Himeko! Vamos despierta –decía Mako-Chan – Hí-me-ko

Himeko abrió los ojos lentamente y se encontró la cara de Mako-Chan la cual le dijo:

-Mira, despertaste 16 segundos antes que ayer. Y bien ¿Quién dijo que iba a levantarse temprano hoy?

Himeko se levantó a toda prisa y se escurrió de la cama dando de bruces contra el suelo, a lo que Mako-Chan le saco una foto y la accidentada se echo a reír.

[Por el amor de Dios] pensaba [es la tercera vez que vivo este día y los tres me pegué el mismo golpe]

Himeko se vistió a toda prisa, tenía que ir al instituto, tenía que verla, tenía que encontrarla.

-Vaya muy animada y rápida te veo esta mañana – le dijo Mako-Chan cuando corría a su lado - ¿Te ocurre algo Himeko?

-Simplemente estoy contenta – contesto la aludida – tengo ganas de llegar al instituto.

Nada más llegar a los pies de la escalera la vio, Himemiya Chikane, tan bella y hermosa como siempre había sido, en lo alto, acaparando la atención de todo el mundo, pero sin que nadie acaparase la suya. Hasta que la vio, a su Himeko, a quien llevaba esperando al menos veinte minutos Bajó las escaleras con paso lento y se puso delante de ella, la miró directamente a los ojos y dijo:

-Kurusugawa-San no me encuentro muy bien, ¿podrías acompañarme a mi casa por favor? – y girándose hacia Mako-Chan añadió -¿Podrías dar tú el aviso en la sala de profesores?

Mako-Chan miró a una y otra chica como si no se creyese lo que acababa de pasar y dijo un tímido:

-Va… vale

Y sin decir nada mas, ambas chicas partieron rumbo a la mansión Himemiya.

OoOoO

Cuando Otoha-san les sirvió el té, Chikane le dijo que el resto del día no quería ser molestada bajo ninguna circunstancia, que si necesitaba algo ya lo haría saber. La doncella molesta porque la chica rubia acaparaba toda la atención de Miya-Sama, simplemente asintió.

-Himeko… -dijo la chica cuando estuvieron solas-quiero que te vengas a vivir aquí y hagamos pública nuestra amistad. Diremos que nos conocimos a causa de la repentina muerte de nuestros padres y que yo me ofrecí a darte un lugar en mi casa como parte de mi familia. Nadie se opondrá a esto, solo seré una amiga que ayuda a otra. ¿Estás de acuerdo?

Himeko solo asintió sorprendida por la rápida resolución de Chikane.

-Chikane-Chan… en lo que refiere a Oogami-kun…

-Dime Himeko – le dijo la chica con una sonrisa – que quieres saber.

-¿Te molestara si le veo? –preguntó la chica algo preocupada. Ahora entendía la razón de su cambio de gesto ante su mera mención.

-Por supuesto que no – respondió Chikane con total sinceridad - él es tu amigo. Lo que viste estos meses eran celos porque no sabía si me recordarías o no, si te enamorarías de él y me olvidarías, pero ahora tengo claro que me amas Himeko, que me recuerdas y que estoy en tu corazón. Eso sí… si intenta propasarse, se las verá conmigo y ya salió perdiendo una vez…

Himeko sonrió y asintió feliz. De pronto su cara se tornó en extrañeza y dijo ladeando la cabeza:

-¿Mañana no se celebraba la fiesta de tu cumpleaños? ¿Cómo es que no hay ningún preparativo ni nada?

-La cambie para la semana que viene Himeko – dijo Chikane – Mañana es nuestro cumpleaños y quiero que lo celebremos las dos juntas. Además… se supone que no me encuentro bien.

Himeko simplemente asintió con una sonrisa e hizo la última pregunta, la que Chikane más esperaba:

-¿Y cuando vendré a vivir aquí? –pregunto Himeko con una sonrisa.

-Hoy mismo si quieres, puedo enviar a que traigan tus cosas aquí – dijo Chikane – si te parece bien claro.

-Me parece estupendo, pero tengo que avisar a Mako-Chan – dijo la chica- si ve que mis cosas no están a lo mejor se preocupa, lo cual veo bastante lógico. Iré al instituto a hablar con ella y a informar de que te encuentras mejor Cuando terminen las clases vuelvo.

-La habitación de siempre o la que está al lado de la mía – dijo Chikane cuando Himeko salía por la puerta.

-La de al lado a la tuya –respondió la chica con una sonrisa.

OoOoO

-¿Cómo que te vas a vivir a casa de Miya-Sama? –Pregunto Mako-Chan a todo pulmón - ¿en serio?

-Mako-Chan… no grites… -dijo Himeko – me ofreció un lugar en su familia porque las dos perdimos recientemente a nuestros padres y no tenemos hermanos o hermanas. Y yo le dije que sí.

-¿Y podre ir a verte? Bueno… ¿veros? – pregunto Mako-Chan

-Ya verás cómo sí –dijo Himeko sonriendo – no creo a Chikane-Ch… que a Miya-Sama le importe.

-¿Chikane-Chan? –Dijo Mako-Chan entornando los ojos – Me debe muchas explicaciones señorita Kurusugawa…

-Lo siento he quedado para cenar con Miya-Sama, me tengo que ir. –respondió la chica con una sonrisa de disculpa mientras echaba a correr.

-Esto no quedará así Himeko – respondió Mako-Chan blandiendo el puño – ¡quiero saber!

OoOoO

Himeko le daba vueltas a los hongos con los palillos de manera cansada.

-Himeko… ¿ocurre algo? – Preguntó Chikane extrañada por la reacción de la chica- ¿Es que acaso no están a tu gusto?

-Bueno… creo que tres vidas son suficientes para aguantar esta mentira – dijo Himeko suspirando –odio los hongos, me horrorizan…son superiores a mí.

-¿En serio? – Preguntó Chikane sorprendida - ¿Y cómo no me lo dijiste antes?

-Te mostrabas tan amable con todo que no fui capaz- dijo Himeko – pero ya es suficiente, no me gustan, nada de nada.

-Entonces daré el aviso de que no te los sirvan mas – dijo Chikane. ¿Ves? Si dices las cosas se puede hacer algo para remediarlo. Ahora sí… - añadió sacando un paquete de bajo la mesa – espero que esto te guste más. Feliz Cumpleaños.

Himeko miró a Chikane y sonrió al tiempo que decía apenada:

-Pero Chikane-Chan yo no te he comprado nada. Lo siento…

-Himeko… tu simple presencia es un regalo para mí -  y pasándole el regalo añadió – ahora ábrelo que estas más guapa cuando sonríes y deja de preocuparte por eso.

Himeko abrió el regalo y se quedo sorprendida por su contenido. Una cámara de fotos profesional de último modelo, le dio mil vueltas con la cara iluminada y una sonrisa radiante, la favorita de Chikane. La cogió en sus manos, apunto con ella a Chikane y disparo la primera fotografía.

-Gracias Chikane-Chan, me encanta – respondió Himeko – no sé como pagártelo.

-Esa sonrisa es más que suficiente para mí, quiero tu felicidad, la considero lo más importante –La sinceridad era patente en las palabras de Himemiya - disfrútala y saca muchas fotografías con ella, serán un buen recuerdo cuando pasen los años.

Himeko sintió un agradable calor recorriéndole el cuerpo cuando proceso lo que significaba ese cuando pasen los años. Ahora estarían siempre juntas, ninguna tendría que morir, tenían toda una vida para conocerse y amarse. Ese pensamiento la perturbo en gran medida, era tan feliz….

Chikane interrumpió el pensamiento de su acompañante

-Mañana no hay colegio, así que podrás dormir todo lo que quieras, tengo que hacer unas cosas para una empresa y me acostare tarde. Ahora si me disculpas – dijo levantándose – Hasta mañana Himeko.

Y así salió de la habitación dejando a la chica sumida en sus pensamientos.

[¿Y se va así? ¿Sin un buenas noches? ¿Ni un beso en la mejilla?]

Tras pensar mucho en el porqué de esa frialdad en su Chikane-Chan, de pronto lo entendió todo, Chikane-Chan la había forzado en una vida anterior y eso lo tenía en la conciencia, nunca se acercaría a ella mientras Himeko no demostrase que lo deseaba, así que la mantenía alejada para evitar la tentación. Al parecer Chikane no tomaba nota de sus propios consejos. Pero esa noche era su cumpleaños y tenía que darle un regalo.

Himeko fue a bañarse y se entretuvo más de lo habitual intentado calmar sus con los vapores. Cuando llegó a su cuarto intentó leer, pero no era capaz de concentrarse, así que se dedicó a mirar su álbum de fotos, en el cual observo sorprendida que se conservaban las fotos que se sacaron ella y Chikane. Espero a que Chikane llegase a su cuarto y fue a su encuentro con su camisón blanco.

Llamo dos veces a la puerta de Chikane y ella simplemente respondió con un “adelante”.

-Himeko ¿te ocurre algo? –Preguntó Chikane – se me hace raro verte aquí tan tarde.

-Chikane-Chan ¿Por qué no eres sincera conmigo? ¿Por qué no me dices lo que te quita el sueño?

-¿Cómo sabes que…? – comenzó Chikane.

-No eres la única que conoce a la otra, dime tus miedos Chikane-Chan. Tus culpas. Tienes miedo de que te rechace, y aun te culpas por lo ocurrido- al ver que la chica simplemente asentía siguió hablando – Me cuidaste, tuviste paciencia, me quisiste, esa es la Chikane-Chan que eres, ahora no hay Orochi no tienes que hacer nada de eso, solo somos tú y yo. Una vez me dijiste que no nos habían concedido una noche para las dos, que querías una noche para estar juntas ¿Aún la deseas?

Chikane simplemente la miró sorprendida y asintió.

-Pues tu deseo se ha cumplido, esta noche será de las dos… - y dando una zancada, Himeko besó a Chikane tras lo que dijo – Feliz cumpleaños, Chikane-Chan.

Chikane abrazó a Himeko y enterró la cara en su cuello aspirando el aroma de la sacerdotisa del sol, flores, néctar y un olor que le recordó al sol de verano… la apretó más contra sí, sin poder creerse que ese momento fuera a llegar por fin.

Himeko por su parte le colocó las manos en las caderas con esa timidez que la caracterizaba, pero en el momento que sus manos se posaron en el lugar y sintió el cuerpo de Chikane contra el suyo perdió parte de esa timidez, 16 años es mucho tiempo, eso sin contar los siglos anteriores. Cuando la chica se dio cuenta, la sacerdotisa de la luna estaba buscando sus labios, pero ese beso no era como los anteriores que se habían dado, estaba cargado de pasión, toda la pasión que les había sido negada y que ahora las golpeaba con la fuerza de un rayo. Sintieron el peso de la necesidad, que las agobiaba, que las empujaba a precipitarse y Chikane sin saber de dónde sacaba las fuerzas se separó de Himeko, aspiro profundamente y junto su frente con la de la muchacha diciéndole:

-Llevamos demasiado tiempo esperando esto como para estropearlo a causa de las prisas, tenemos toda la noche como tú bien has dicho, conozcámonos poco a poco Himeko, quiero conocer y probar todo de ti.

Himeko asintió a las palabras de Chikane al tiempo que intentaba relajarse, sabía que la chica tenía razón en lo que decía, pero aún así era tan difícil, ella era tan hermosa, tan maravillosa, tan perfecta, tan… todo… esa era la palabra, era su todo.

-Te quiero Chikane-Chan – le dijo Himeko llevándola de la mano a la cama - Te amo como nunca en ninguna de mis vidas amé a nadie.

-Yo también te amo Himeko – le respondió Chikane dejándose llevar – lo daría todo por ti.

Ambas se dejaron caer en la mullida cama sin perder el abrazo ¿Cuántas veces se había imaginado Chikane esa situación? No era capaz de contarlas… Unieron sus labios, de manera lenta, pausada. Chikane recorrió con la punta de su lengua el labio superior de Himeko provocando el sonrojo de esta. Poco a poco entre besos caricias y susurros fueron girando dejando a Himeko encima, esta se incorporó de nuevo quedando de pie frente a la cama, por lo que Chikane se sentó en el borde y se abrazó a ella comenzando a besar todo su pecho, probándolo, saboreándolo, pero el camisón le estorbaba así que poniendo su mano en las caderas de Himeko y deslizando la prenda hacia arriba la dejo desnuda de cintura para arriba. No era la primera vez que la veía en ese estado, pero no era igual que las otras. Esta vez podía hacerla suya, con amor, demostrándole todo lo que sentía por ella. Colocó la mano derecha sobre el pecho de Himeko y notó el estremecimiento de ella, lo acaricio y sintió un murmullo, cuando lo apretó un suspiro, quería escuchar más, quería escuchar “ese” sonido, por lo que acerco a Himeko hacia ella y con su lengua recorrió su pecho izquierdo. Himeko cerró los ojos y de sus labios se escapó el gemido que Chikane estaba buscando. Hizo el mismo movimiento otra vez, y obtuvo la misma respuesta de la sacerdotisa del sol, música para sus oídos. Dejando un reguero de besos decidió hacer lo mismo en el otro pecho, ella era una exploradora y Himeko su amazonas…

El tacto era suave y tibio en un principio, pero poco a poco se fue tornando más cálido, Himeko disfrutaba como nunca en su vida, aunque no era la única, la sacerdotisa de la luna acariciaba el cuerpo de Himeko con una parsimonia que jamás creyó posible, deleitándose en cada curva y cada sensación sin abandonar el trabajo que había empezado. Le gustaba escuchar cómo se alternaban gemidos y risas en su amor cuando tocaba alguna zona en la que Himeko tenía cosquillas, nunca en su vida conseguiría componer o interpretar una melodía tan maravillosa como esa en su piano, o eso pensaba ella…

Hubo un momento que la chica rubia echó su cabeza hacia atrás, señal de que disfrutaba  con las sensaciones que su amante le proporcionaba y eso fue como un reclamo, Chikane le puso la mano en la nuca y la arrastró de nuevo a la cama para comprobar si su cuello era tan apetitoso como parecía. Recorrió toda la clavícula con la lengua, de derecha a izquierda a lo que Himeko respondió apretándola más contra ella y acariciando su espalda. Una lluvia de besos recorrió el cuello de la sacerdotisa del sol quien sonreía en los momento que los sonidos nacidos de su garganta se lo permitían. La lengua de Chikane trazó un húmedo camino desde el hermoso cuello de Himeko hasta su oreja la cual empezó a mordisquear, provocando una alternancia entre el placer y las cosquillas. En ese momento oyó una frase en un gemido que hizo que su estómago diera un brinco:

-Quiero sentir tu piel Chikane-Chan.

Ambas chicas aun entre besos se pusieron de pie y Himeko intentó quitarle el camisón pero con tal des fortunio que era de botones y no daba atinado a quitarlos, Chikane reía y encontraba el gesto de frustración de la chica adorable, pero de pronto ya harta de batallar cogió ambos lados de la abertura y tiró de ellos desgarrando la prenda de ropa.

-Himeko ¿Qué…?  -Comenzó Chikane sorprendida.

-Mañana te comprare otro… - respondió la aludida tirándose a besarla de nuevo y llevándola hasta la pared.

Himeko besaba todo lo que encontraba a su paso, labios, pecho, cuello… mientras que Chikane tenía la respiración más que acelerada e intentaba agarrar la pared, algo que en un estado normal de coherencia sabría que era imposible.

-Va a ser verdad lo que dicen de las modositas – dijo la chica entre gemidos con una sonrisa.

-No… se… de… que… hablas… -murmuro Himeko entre beso y beso.

Chikane le cogió la cara por la barbilla puso sus ojos mirando directamente a su amante y dijo antes de darle un profundo beso:

-Que sois las peores…

Himeko sintió que le temblaban las rodillas y arrastro a su compañera con ella hacia el suelo:

-Tú me haces esto Chikane, tú me vuelves loca…

La chica estaba encantada con la respuesta pero más aún con la mirada de la rubia, estaba cargada de pasión y… ¿lujuria? ¡Oh Dios mío! Ni en sus más retorcidos sueños imagino que pudiese provocar tal estado en Kurusugawa Himeko. La chica parecía estar desbocada.

-Lo quiero todo –repetía una y otra vez – te quiero a ti.

Sobre la alfombra continuaron la danza de besos y abrazos, exploraron todo lo que tenían que explorar de la parte superior de sus cuerpos, ahora solo faltaba la inferior y por cierto, la más interesante.

Chikane puso la mano sobre la ropa interior de la chica y la recorrió con un dedo consiguiendo un suspiro de su dulce Himeko, lentamente agarro la prenda y la deslizó por las piernas de la chica, primero una pierna y después la otra… ¿pero de dónde sacaba este autocontrol? Se preguntaba ella.

-Himeko… si te acostases en la cama me harías un gran favor… nos resultaría esto mucho más fácil y cómodo.

La chica le sonrió y le dijo:

-Vale, pero con una condición, no dejes de besarme. – respondió esta.

A Chikane le encantaba esa nueva y oculta faceta de Himeko, normalmente ya le gustaba conocer cosas nuevas de ella, pero ¿algo así? Le parecía increíble.

La condición fue cumplida y cuando Himeko se acostó, Chikane se puso de rodillas delante la cama, agarró sus piernas y tiró de ella hasta el borde de la cama, un acto bastante brusco, pero que a Himeko le pareció terriblemente perturbador en el buen sentido de la palabra. La rubia no pudo pensar mucho más, pues Chikane comenzó a besar sus gemelos y a ir ascendiendo pierna arriba, ella sabía lo que venía, lo estaba deseando, solo la mataba que ella tardase tanto…

Chikane no había mentido cuando dijo que lo quería probar todo de ella, no dejo un solo un rincón, maravillándose de los cambios de sabor que se producían a cada momento, hasta que llego a la zona superior. Decidió ser un poco mala y subir de nuevo hasta el ombligo donde se entretuvo hasta que escucho a Himeko con la respiración entrecortada:

-Chikane-Chan, por favor… no me hagas sufrir más, lo deseo, TE deseo.

La chica había dicho las palabras mágicas. Chikane descendió rozando el bajo vientre de Himeko con la nariz y haciéndola estremecer para a continuación rozar con la punta de la lengua el punto exacto del placer.

-¡Dios mío! – exclamo Himeko arqueando la espalda.

[Estará observando, como no…] pensó Chikane sin poder evitarlo y rodando los ojos.

Visto que lo que hacía parecía ir bien encaminado lo repitió unas cuantas veces, viendo que antes estaba equivocada, si que había un sonido más maravilloso que la primera alternancia de gemidos y risas de Himeko. Y era este, el que demostraba que sentía un placer y un gozo totales. La chica decidió cambiar de táctica y comenzó a succionar como si fuera un caramelo, consiguiendo que Himeko primero se llevara las manos a la cabeza, luego se agarrara a las sabanas como si fuera a desgárralas y por último le puso las manos en la cara a Chikane, quien intercambió sus labios por su mano derecha  y con la izquierda le cogió la mano a Himeko y se introdujo sus dedos en la boca lamiéndolos lentamente… muy lentamente. Himeko pensó que se volvería loca.

Chikane orgullosa por lo que estaba provocando volvió a prestarle atención a la zona más sensible de su amante y llevo su boca un poco más abajo, introduciendo su lengua en la abertura y recorriéndola, estuvo así un rato hasta que decidió intercambiar. Sus labios y lengua volvieron a las succiones de la parte superior y sus dedos se centraron en la interior, introdujo una lentamente con la palma hacia arriba, buscando “ese” punto, hasta que lo encontró, lo acarició levemente y vio que el volumen de los sonidos producidos por Himeko aumentaba, por lo que le añadió un segundo compañero. Continuó succionando el exterior y masajeando el interior, con Himeko moviendo las caderas para acompañarla, al poco tiempo ya se compenetraban, la respiración de Himeko aumentaba, su latido también y sus gemidos, ¡ay, dios!, sus gemidos… si Chikane no supiese que estaban solas en ese ala de la mansión seguramente ya habría intentado callarla. La morena supo que había llegado el clímax cuando Himeko encorvó la espalda con un “Miya-Sama” a volumen considerado y de pronto se relajo.

La morena se levantó y se acostó al lado de la chica, la cual estaba trabajando por volver a respirar como es debido y terriblemente colorada, la abrazó por la cintura la acercó a ella y le dijo:

-Espero que te lo hayas pasado bien…

Cuando Himeko consiguió conseguir más o menos su ritmo de respiración y latidos habituales, le cogió las manos a Chikane y se las colocó por encima de la cabeza agarrándolas con una sola de sus manos, se puso encima y la besó.

-Bien te lo vas a pasar tú ahora Chikane-Chan, pues esto aun acaba de comenzar y la noche es muy larga.

Y entre risas tiró de la sabana y las cubrió enteras…

FIN DE CAPÍTULO

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